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Katherine Hayles es una de las autoras más relevantes de los estudios posthumanistas. Desde fines del siglo pasado, sus reflexiones mapean la evolución del vínculo entre humanos y máquinas con un abordaje transdisciplinario basado en las relaciones entre filosofía, neurociencia y tecnología. En línea con la figura híbrida del cyborg de Donna Haraway, las investigaciones de Hayles apuntan a descifrar las múltiples posibilidades de interacción entre la cognición humana y la no humana.
En este, uno de sus últimos libros, Hayles analiza lo que denomina la "cognición no consciente", es decir, aquellos procesos neuronales inaccesibles a la consciencia, pero necesarios para su funcionamiento. Estos mecanismos existen en todas las formas de vida, incluidos los organismos unicelulares y las plantas, y también en los sistemas técnicos. Entre sus funciones, quizá la más importante sea la de impedir que la consciencia, con su capacidad de asimilación limitada, se vea desbordada por los flujos de información que llegan al cerebro a cada milisegundo. "Lo impensado", a lo que apunta el título, alude a esta terra incognita para las humanidades, que siempre priorizaron el aspecto consciente de la mente, al mismo tiempo que da cuenta de esas operaciones neuronales inaccesibles al pensamiento.
Su teoría ampliada de la cognición nos permite comprender los ensamblajes cognitivos humano-técnicos cruciales en nuestra vida contemporánea (desde los drones autónomos a los algoritmos de trading financiero). Pensar la inteligencia artificial con la perspectiva de una cognición distribuida evita caer en fantasías apocalípticas que la figuran como una potencial amenaza que viene a desplazar a la humanidad. En lugar de ver la IA como algo análogo, superior o autónomo a los seres humanos, la perspectiva de Hayles evidencia formas posibles de articulación en las que la capacidad diferencial de ambos es aprovechada en una sinergia complementaria. Esta asociación dinámica reemplaza el destino manifiesto antropocentrista del sujeto humanista liberal de dominar la naturaleza, y habilita un novedoso marco ético que incluye toda la gama de actores humanos, computacionales y biológicos, atendiendo a los efectos sistémicos y ecológicos de su colaboración.