Todo había comenzado años antes, agosto de 1791, cuando la sacerdotisa y revolucionaria Cécile Fatiman presidió una ceremonia en el Bois Caïman -junto al también revolucionario Dutty Boukman- en la que exhortó a más de 200 personas esclavizadas de varias plantaciones cercanas a rebelarse contra la esclavitud. Fue la mecha que encendió la llama, el levantamiento de los esclavos y una revolución que encontró en François Dominique Toussaint Louverture su máximo referente político. En 1794 Haití se convertía en el primer país del planeta en declarar la abolición de la esclavitud.
Pero el desafío no le iba a salir barato, más bien al contrario, Francia herida en su orgullo colonial no reconocería la independencia haitiana hasta 1925 y solo a cambio del pago de una deuda de 150 millones de francos, que Haití pagó durante siglo y medio. Recién en 1947 -¡144 años después de la Batalla de Vertières!- quedó saldada una deuda que condenó a Haití a préstamos usurarios con bancos extranjeros que la sumieron en la más absoluta pobreza y dependencia.
Varios libros profundizan sobre uno de los acontecimientos que el relato colonial ha intentado borrar de la memoria popular. "La revolución negra" es un texto riguroso y esclarecedor, indispensable para recuperar la conexión entre la miseria actual de Haití y el proceso de expropiación que se desarrolla desde el siglo XV.
En "Los Jacobinos negros" C. L. R. James desplaza el foco, por primera vez, de los victimarios europeos blancos a los centenares de miles de seres humanos que padecieron el secuestro, la deportación, la violación, la tortura y el asesinato a escala industrial. En el mismo sentido, Jean Louis Vastey, en su libro "El sistema colonial develado" asaltó como ningún otro la cosmovisión eurocéntrica y colonial, desnudando sus contradicciones, falacias y mitos.
¡Libertad o muerte! -la consigna política que movilizó a cientos de miles de esclavos en contra de la esclavitud, el racismo y el colonialismo- rescata también la trascendencia de esta revolución que venció a los imperios francés, inglés y español y puso en jaque a las bases mismas del sistema mundo moderno/colonial del siglo XVIII y XIX.
La figura de "Toussaint Louverture" es rescatada por Aime Cesáire, quien destaca que "tomó al pie de la letra la Declaración de los Derechos del Hombre y convirtió a la población fragmentada en un movimiento popular para llevar a los marginados a la Revolución". "El Espartaco negro" -apodo con el que se conoció a Louverture- también recorre la vida y, sobre todo, la lucha del revolucionario y su pueblo.
"Vale la pena repetirlo una vez más, para que los sordos escuchen: Haití fue el país fundador de la independencia de América y el primero que derrotó la esclavitud en el mundo. Merece mucho más que la notoriedad nacida de sus desgracias". Eduardo Galeano







