Tiempos de heroina y delincuencia

Libro reseñado: 
05/11/2013

Fabuloso libro de crónicas que dibuja a la perfección el contexto social en los años 80, con la heroina como elemento central en casi todos los relatos. Atracos, motines carceleros, fugas, droga, periferias urbanas, marginación, asesinatos... todos ellos elementos comunes a las historias que recoge este libro de Javier Valenzuela. Entre sus páginas podemos encontrar una vívida imagen de la calle, de los problemas sociales asociados a la decadencia industrial del momento, a la explosión de las periferias urbanas, peligrosas e ingobernables, a una juventud sin perspectivas ni lugar en la sociedad.

La heroina, jugó un papel fundamental atravesando a varias generaciones de jóvenes que sufrieron su adicción y su "mono" a la vez que los arrastraba a cometer atracos y robos con los que financiar su consumo. Mientras tanto, la sociedad vivía atemorizada de este ejército de "yonquis" que asolaban dia y noche los comercios y calles de la capital madrileña. Encontramos en una de las crónicas una pequeña síntesis de la situación social y material que promueve la delincuencia: "Con más de doscientos mil parados sobre una población ocupada de un millón trescientas personas, treinta y cinco mil chabola e infraviviendas y entre diez mil y veinte mil heroinómanos (...), una de las principales producciones humanas del Madrid de los años ochenta no puede ser otra que la de delincuentes". Además, habia un muerto por sobredosis o adulteración de heroina por semana; la media de atracos diaria rondaba los sesenta, entre ellos unos seis bancos, y la de robos de vehículos en unos cincuenta.

Lejos de las mafias y del crimen organizado, los delincuentes de esta época, los "quinquis", apenas planifican los golpes, eligen sus objetivos al azar, y son de gatillo fácil, por no hablar de la escasa cuantia que obtienen en la mayoría de ellos. Son delitos guiados por la necesidad de heroina, por la desesperación y que en muchas ocasiones acaban en tragedia o en cárcel, de ahí que la Cárcel Carabanchel sea el escenario de varias crónicas y de personajes, multirreincidentes que salen y vuelven a entrar. Las condiciones allí son duras e inhumanas, de ahí que los motines sean algo corriente en estos años como forma de protesta y rebelión, aunque en ocasiones, como la visita de Rafael Alberti al patio de Carabanchel para la fiesta de la primavera, pongan una nota de color a este panorama. En resumen, podemos hablar de una crónica de época, de subcultura juvenil, de la vida en los márgenes de la legalidad y en la frontera de la ciudad y sus periferias de chavolas en el Madrid de los 80.

No tiene desperdicio.