HIKMET, NAZIM

Nazim Hikmet nació el 15 de enero de 1902 en Tesalónica, cuando esta ciudad pertenecía todavía al Imperio otomano. De familia burguesa -su padre había sido cónsul general en Hamburgo, y su madre había estudiado pintura en París-, estudió en el Liceo Galatasaray, uno de los más prestigiosos de Turquía, e ingresó en la Academia Militar de Marina.<BR><BR>Tras la caída del Imperio otomano, abandona Estambul, entonces en manos de las fuerzas de ocupación, y se traslada en un azaroso viaje a Anatolia, donde Mustafá Kemal trata de sentar las bases del nuevo Estado turco. Sin embargo, su carácter impetuoso e innovador le hace chocar muy pronto con las nuevas instancias de poder. Un vehemente artículo contra el sultán, que todavía conserva nominalmente el poder en Estambul con el beneplácito de las potencias ocupantes, provoca un escándalo en la Asamblea Nacional, donde Mehmet VI cuenta todavía con numerosos partidarios. Su envío en calidad de maestro a Bolu no mejora su situación: no consigue aclimatarse a las rígidas costumbres imperantes en esta pequeña ciudad de Anatolia, y decide escaparse a Rusia en compañía de su amigo Vala Nureddin, huyendo de la cólera de las fuerzas vivas de Bolu, que los acusan de no respetar el ayuno durante los días de Ramadán.<BR><BR>Ambos son cautivados por la efervescencia que se respira en Moscú durante estos primeros años de la revolución de Octubre, y deciden matricularse en la universidad, donde Nazim cursará estudios de filología francesa, a la par que da clases de lengua y literatura turca. Tras cuatro años de estancia en Moscú, deciden regresar a su país, donde se ha implantado la república y se ha abierto un periodo de importantes reformas --abolición del califato, nuevo código civil, introducción del alfabeto latino en sustitución del árabe, supresión de las clases de religión e institución de la enseñanza secundaria gratuita y mixta...--, aunque sobre ellos pesa una condena de quince años de trabajos forzosos por haber abandonado ilegalmente el país. Tras una breve estancia en la cárcel, consiguen que les sea aplicada la amnistía decretada por Ataturk tras la proclamación de la república, y ambos se establecen en Estambul, que continúa siendo la capital de facto, pese a que el nuevo régimen ha querido señalar su ruptura con el pasado y su reivindicación de unas señas de identidad específicamente turcas estableciendo la nueva capitalidad en Ankara, en el corazón de la meseta de Anatolia.<BR><BR>En junio de 1929 comenzó a publicar en la revista Resimli Ay una serie de artículos titulada "Derribemos a los ídolos", en los que fue desmontando, uno por uno, todos los grandes mitos literarios de su tiempo, desde Abdulhak Hamit, la "gloria nacional" por excelencia, hasta el poeta nacionalista Mehmet Emin. Puesto que la imbricación entre literatura y política era todavía muy fuerte -una tradición heredada de la época otomana-, el esfuerzo desmitificador de Nazim Hikmet tenía necesariamente que enfrentarlo a las grandes figuras literarias, que, en su mayoría, ocupaban importantes parcelas de poder en el nuevo estado republicano. Éste era el caso del influyente Hamdullah Suphi, primer ministro de Educación Nacional del Gobierno Provisional, quien no dudaría en publicar la siguiente requisitoria contra el joven escritor, acusándole de haber huido a Rusia aprovechando las dietas que su Ministerio le había dado para trasladarse a un nuevo destino: "Esos que en los días de la contienda nacional, cuando nuestra nación estaba ocupada, cuando la juventud de la patria derramaba en el frente la sangre de sus venas; ésos que en la hora del deber huían a tierras rusas con el dinero usurpado al presupuesto del Estado, es decir, los prófugos del servicio militar y de la patria; (...) ¡ésos son los que derriban a los ídolos!"<BR><BR>En un país donde el principio de autoridad estaba sólidamente enraizado, y la libertad de expresión era todavía frágil, la virulencia de la batalla que se había desencadenado asustó a muchos jóvenes escritores y periodistas que inicialmente se habían alineado con Nazim Hikmet en su batalla por la renovación y la destrucción de los viejos mitos, llegando algunos de ellos a pasarse al campo adversario. En este contexto, marcado por la creciente violencia de los ataques contra el escritor y el predominio absoluto del Partido Republicano del Pueblo, heredero exclusivo del movimiento kemalista, la prensa menos comprometida con el régimen, que hasta entonces había publicado las colaboraciones de Nazim, terminó cerrándole sus puertas, a fin de evitar posibles represalias, y el escritor tuvo que refugiarse en la industria cinematográfica, donde aún pudo trabajar anónimamente haciendo guiones o participando en el doblaje de películas extranjeras.<BR><BR>No obstante, los poderosos enemigos del poeta no se conformaron con su silencio, necesitaban su condena, y ésta llegó bajo la acusación de "incitación a la rebelión", tras haberse supuestamente encontrado varios libros suyos en posesión de algunos alumnos de la Academia militar. Acusación absurda si tenemos en cuenta que entonces sus libros no estaban todavía prohibidos y podían, por tanto, adquirirse libremente.<BR><BR>En total, Nazim Hikmet fue condenado a 28 años y 4 meses de cárcel, de los cuales pasó 13 años y 5 meses repartidos entre las cárceles de Ankara, Çankiri y Brusa, que le sirvieron para escribir Aspectos humanos de mi país, Desde las cuatro cárceles, Rubais... y traducir entre treinta y cuarenta libros. Ni que decir tiene que sus manuscritos hubieron de esperar largos años hasta ser publicados y que en sus traducciones jamás aparecía su nombre, pues desde su condena todas sus obras habían sido prohibidas y retiradas de las librerías.<BR><BR>Tras la Segunda guerra mundial, el partido único salido de la revolución kemalista, el Partido Republicano del Pueblo, comprende que debe aceptar ciertas reformas e iniciar un proceso de apertura, que se materializa en la creación del Partido Demócrata y en una tímida liberalización de la prensa. En este contexto, el poeta Ahmet Emin Yalman publica en agosto de 1949 el primer artículo en la prensa turca que hace referencia a la terrible prueba por la que está pasando Nazim Hikmet: "Algún día la historia apuntará dicho estado de cosas como una mancha que ha de recaer sobre toda una época. La responsabilidad de la injusticia que ha padecido Nazim Hikmet no pertenece solamente a los dos tribunales que emitieron la sentencia, ni a los que dieron la orden en la época del partido único, ni a nuestra Justicia, que permaneció impasible a pesar de tener en sus manos todas las pruebas de la injusticia, ni a toda una generación de intelectuales. Cada uno de los veinte millones de turcos tiene su parte en esta responsabilidad." (...)<BR><BR>Ediciones del oriente y del mediterraneo

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