Tras el éxito cosechado con su primera novela, Las ovejas de Glennkill, Leonie Swann ha escrito una nueva entrega de las aventuras del insólito rebaño de ovejas detectives, cuyo nuevo caso, en el que Miss Maple y sus compañeras vuelven a exhibir capacidades que ya querríamos para nosotros, está igualmente salpicado de un humor delicioso.
Acompañadas de Rebecca, la hija del pastor George Glenn, las ovejas abandonan las verdes praderas de Irlanda y viajan al continente. Una vez allí, se instalan al abrigo de un remoto castillo francés, a primera vista un paraje ideal. Sin embargo, no tardan en percatarse de que algo extraño flota en el ambiente. Las cabras del prado contiguo parecen muy nerviosas y arman un ruido tremendo. Entonces, una pequeña oveja negra aparece de repente y alerta al rebaño de un misterioso peligro. Cae la nieve, su grueso manto lo cubre todo y aísla a los habitantes del castillo. Un murmullo cada vez más persistente se extiende por todo el paraje: «¡Un hombre con piel de lobo! ¡Un hombre lobo!» O, como dicen los lugareños, «A loup garou!» El peligro se hace patente con el descubrimiento de un cadáver en los límites del bosque. Capitaneadas por la intrépida Miss Maple, las ovejas detectives deberán reaccionar para, en primer lugar, proteger al rebaño y asegurarse de que nada le ocurra a la pastora Rebecca. Y para ello, enseguida se adentran en el oscuro bosque, en busca de las pistas que todo asesino deja tras de sí.
