Los libros de Leonardo Padura están hechos de historia, y de literatura, y de humo de cigarro cubano, y del béisbol al que tan aficionado es el narrador de La Habana. La nueva obra de Padura es una celebración y un homenaje al género de la novela, del que se siente tan deudor; en sus páginas aborda cuestiones en torno este invento que lleva ya cuatro siglos tratando las cuestiones de los humanos y siendo una herramienta de transformación de la sociedad y un reflejo de ella. Sin embargo, Padura no esquiva el ámbito personal y nos muestra la parte más íntima de su trabajo, la cacharrería, la mesa donde cobran vida personajes y tramas que luego pasan a formar parte de sus celebradas novelas. Contiene un brillante relato de cómo se transforma en material narrativo lo que empieza siendo una tenue luz en la mente del escritor. Dicho en palabras del propio autor: «entre una obsesión abstracta, casi filosófica y el complicado proceso de escribir una novela, existe un trecho largo, lleno de obstáculos y retos». Padura lleva gentilmente de la mano al lector, y se encarga de iluminar ese complicado camino hasta dejarlo a las puertas del edificio de la novela.
AUTOR/A
PADURA, LEONARDO
Leonardo Padura nació en La Habana en 1955. Licenciado en filología por la universidad de esta ciudad, ha trabajado como guionista, periodista y crítico. Es autor de las novelas La novela de mi vida, en torno a la figura del poeta José María Heredia, y El hombre que amaba a los perros, un éxito de repercusión internacional en el que reconstruye las vidas de Trotsky y Ramón Mercader. Ha logrado el reconocimiento sobre todo por la serie de novelas policiacas protagonizadas por el detective Mario Conde: Pasado perfecto; Vientos de cuaresma; Máscaras; Paisaje de otoño; Adiós, Hemingway y La neblina del ayer, traducidas a numerosos idiomas y merecedoras de premios como el Café Gijón 1995, el Premio Hammett 1997, 1998 y 2005, el Premio de las Islas 2000, en Francia, y el Brigada 21. A ellas se suma la séptima novela de la serie, La cola de la serpiente, donde los lectores volverán a respirar el aire familiar del círculo de amigos de Mario Conde, los tragos y las sobremesas desenfadadas para soportar la escasez, además de las mujeres y los peligros en los que se ve envuelto el detective cubano.