Nuevos y opresivos dictados rigen a diario nuestras vidas. Entre ellos, el despotismo de los hijos es uno de los peores. Desde los gritos regañones de la Liga de la Leche hasta el retorno al pañal de tela, pasando por la copiosa demanda de la agenda infantil, el imperio de los hijos ha convertido a los progenitores en esclavos y ha devuelto a las mujeres (que recién conquistaron su libertad) a la reclusión de la crianza. ¡Que las feministas no depongan aún sus armas! Por fin una escritora reivindica el derechos a no abastecer la industria filial y nos advierte sobre la emboscada conservadora que acecha en las presiones sociales con que hoy se busca lubricar la máquina de la procreación. ¡Un libro que debería venderse en las farmacias, al lado del condón y la pildora!