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Desde 1975 y contra todo pronóstico, el anarcosindicalismo resurgió con fuerza en el seno de la clase trabajadora española. No era el de antes de la guerra civil ni un fenómeno mayoritario, pero se articulaba sobre la idea de la revolución y de dotar al movimiento obrero de una alternativa sindical anticapitalista, horizontal y de combate frontal contra el Estado y el capitalismo. Bajo estas premisas, la CNT apostó por la autonomía obrera, por impulsar la combatividad y por enfrentarse al modelo de pacto y concertación social. No fue posible. El movimiento obrero fue desplazado como sujeto político central de la sociedad y las apuestas más radicales fueron derrotadas. Sumida en una importante crisis, la CNT se escindió en diferentes organizaciones, pero aun en la dificultad aportó propuestas para una clase trabajadora azotada por la crisis y la reconversión.