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Cada poema combina lo cercano y cotidiano con las aspiraciones de Justicia social y comunitaria, de anhelos utópicos. Ojalá todas y todos pudiéramos ser tan afortunados de ser amados con la intensidad con la que ama Leire a sus seres queridos, pero también a sus ideales. Banderas que sirven para cobijar nuestro amor, ejércitos invencibles porque son pueblo, igualdad ante la ley para acabar con el miedo, pensiones suficientes para que a los mayores solo les preocupe amarse, sindicación cómo máxima expresión de apoyo mutuo y abrazos, como el irrepetible cuadro de nuestro querido Juan Genovés, una España en la que nunca más se mate alegando que el crimen fue por amor. Y las personas que lo lean comprobarán asombradas que la máxima sublimación del derecho a la salud puede ser incluso un arrebato de pasión.