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Tras la extraordinaria "Bastarda" -aclamada de inmediato como obra maestra-, Dorothy Allison regresa como una de las escritoras más apasionadas y talentosas de su generación. Y lo consigue con una obra que enlaza, unas tras otras, ritmadas, líricas, crueles y sublimes, engarzadas en una hermosa joya, una cadena de verdades como puños: dirige su mirada inquisitiva a la historia de las mujeres de su familia -madre, hermana, tías, primas y sobrinas-, rindiendo homenaje a su fuerza, su humor, su belleza y, sobre todo, su obstinado arrojo ante una vida cotidiana que las abruma. También enfoca a los hombres que las amaron, que a menudo hasta abusaron de ellas, y que, sin embargo, no dejaron de compartir sus destinos.
Cada pocas páginas, Allison nos dice "voy a contaros una historia", sentémonos, escuchémosla, la recompensa llega enseguida, inquebrantable. Ilustrado con fotografías de su colección personal, este libro nos demuestra que las pequeñas historias de una generación pueden adquirir el estatus de leyenda para las siguientes. Sin escrúpulos y con un humor irreverente, nos habla también de su infancia como "white trash" en el sur de Estados Unidos, de su activismo, de su sexualidad, de los colectivos feministas y hasta de sus ocho años estudiando kárate (nunca pasó de cinturón blanco: era tan mala que la gente acudía sólo para verla perder); y lo hace con una prosa visceral, implacable e impregnada de sabiduría que tiene un inmenso poder de seducción.