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Tras diez días sin comer el ratoncito Roquefort tiene un hambre tremenda. Se cuela en una casa y va devorando, insaciable, todo lo que pilla a su paso en el recorrido que lo lleva hasta el último piso. ¿No hubiera sido mejor parar a tiempo? Una divertida reflexión sobre la glotonería, acompañada de originales y coloridos dibujos.