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Desde que Mauricio se ha trasladado con sus padres y su pequeño hermano a una nueva ciudad todo son problemas. Hasta que un día conoce al señor Silvestre en la escalera de su casa. Ese señor amable, entrado en edad, de coleta gris, no es un vecino normal y corriente. Sabe hacer las mejores galletas de naranja, dónde se pueden cosechar paraguas en el parque y cómo hablar con elefantes; y también sabe cómo ayudar a Mauricio a deshacerse de unos compañeros de clase molestos e incluso cómo convertir al jefe de mamá en una persona cordial.