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Ante el avance del capital, empecinado en conquistar territorios cada vez más recónditos tanto dentro como fuera de nosotros mismos, la apuesta de este libro es contribuir a una crítica social y cultural que la emprenda contra un rasgo constitutivo del capitalismo, a partir del momento en que se encara como un movimiento de reproducción indefinida del valor: su denegación constante de la vida en su dimensión cualitativa y sensible. Los límites son constitutivos de nuestra relación con el mundo; ellos le dan su densidad y su encanto. En cada momento de la vida cotidiana nos desenvolvemos en un lugar determinado del arduo mundo, situado alrededor de nuestro cuerpo e impregnado de nuestros modos de ser personales. Ahora bien, el capitalismo arremete contra esta dimensión fundamental socavando cada vez más las posibilidades de contacto directo con nuestro medio. Alimentos privados de gusto por parte de la industria, tecnologías que nos brindan la ilusión de estar en todas partes sin estar verdaderamente en ninguna, transformación del trabajo en una actividad absurda y desencarnada, obsesión por la salud que nos empuja a administrar nuestro cuerpo y nuestra "capacidad mental" como sistemas competitivos: nos encontramops, en efecto, privados de mundo y, por lo tanto, de cultura. Todas estas formas de desposesión nutren un mismo movimiento de abstracción de la vida.