EN AZÚCAR DE SANDÍA

Imagen de cubierta: EN AZÚCAR DE SANDÍA
Precio: 19,00€
Sin stock, sujeto a disponibilidad en almacenes.
Editorial: 
Coleccion del libro: 
Idioma: 
Castellano
Número de páginas: 
168
Dimensiones: 210 cm × 140 cm × 0 cm
Fecha de publicación: 
2015
ISBN: 
978-84-938745-3-7
Traductor/a: 
ALOU RAMIS, DAMIÁN

En Azúcar de sandía se publicó en 1968, año de largas melenas, chalecos floreados, sustancias estupefacientes, amor libre y una extraña fe en que la gente podía vivir en comunas. Richard Brautigan que no era un autor ajeno a su época, describe aquí su visión de la vida en una comuna. Y a poco que le conozcamos, podemos imaginarnos que se trata de una comuna muy peculiar. Para empezar, recibe el nombre de yoMUERTE, y su origen, no muy claro, parece remontarse a una lucha mítica contra Los Tigres, que era... bueno, no exactamente tigres, sino hombres malvados... o quizá no tan malvados. Y en esta comuna, donde casi todo se construye con azúcar de sandía, la gente sólo trabaja cuando le apetece, no existe el dinero, el sol cambia cada día de color y el olvido es uno de los bienes más preciados (de ahí que nadie quiera acercarse por la Olvidería, el almacén de las cosas olvidadas, que garantizan la felicidad), de repente surge el descontento en la figura de enHERVOR, un personaje arisco y malhumorado que, en compañía de su banda, se retira a vivir a la Olvidería, ese almacén infinito desde donde preparan algo que los habitantes de yoMUERTE nunca olvidarán (y que nos dejará a todos con la boca abierta). Y entonces la vida parece detenerse -aunque quizá ya estuviera detenida-, a la espera de ese nuevo mito fundacional. En azúcar de sandía es la novela más metafórica de Brautigan. Fiel a su estilo conciso, repetitivo y musical, a la construcción en capítulos o relatos cortos que pueden leerse de manera independiente, el autor se decanta ahora por un humor más sombrío -y la sombra la da Kafka, aunque sin olvidar nunca sus referentes americanos: Twain, O'Henry, Hemingway- y nos ofrece, si así queremos leerla, una singularísima reflexión sobre nuestro tiempo, que se vuelve aún más absurdo al contemplar el mundo imaginado por Brautigan, donde las cosas son de otra manera: más sencillas, más físicas, más libres.

AUTOR/A

BRAUTIGAN, RICHARD

Richard Gary Brautigan nació en Tacoma, Estados Unidos, el 30 de enero de 1935. Su padre nunca lo reconoció y, cuando tenía nueve años, su madre los abandonó a él y a su hermana en la habitación de un hotel en Great Falls, Montana. Pasaron muchas horas esperando a que volviese, hasta que el cocinero del establecimiento decidió acogerlos. Alguien ha dicho que su cerebro fue el único juguete que tuvo. A los veinte años fue recluido en un hospital para enfermos mentales por arrojar una piedra contra una comisaría. Lo había hecho para que lo arrestasen y le diesen de comer, pero en el hospital acabaron diagnosticándole paranoia, esquizofrenia y depresión. En sus propias palabras, allí recibió «suficientes electroshocks para iluminar un pueblo». En ese mismo hospital se filmaría más adelante Alguien voló sobre el nido del cuco.<BR><BR>Decidió partir a San Francisco y dedicarse a escribir poesía. Completó diez novelas, nueve poemarios y numerosos cuentos, que para algunos estaban entre lo mejor de su tiempo. Al comienzo, sin embargo, le resultó difícil publicar. (La Richard Brautigan Library honra su memoria en Vermont. En los noventa, ésta aceptaba manuscritos rechazados por las editoriales siempre y cuando los autores pagasen la encuadernación. La idea se tomó de su novela The Abortion, que en gran parte transcurre en una biblioteca de obras inéditas.) En 1964 se publicó A Confederate General from Big Sur. Fue un clamoroso fracaso. En el otoño de 1966, Brautigan se divertía con la idea de ser un autor de culto en Berkeley, donde el libro funcionó bien en la sección de saldos de una librería emblemática. A pesar de los fracasos y reveses, perseveró con sus manuscritos. Y finalmente alcanzó: en 1967 se publica La pesca de la trucha en América, éxito instantáneo de crítica y público. Había escrito el libro en 1961, durante un viaje de acampada que realizó en compañía de su mujer y su hija, y en el que llevaba una máquina de escribir y una mesita plegable. Era, pues, su primera novela, aunque fue la segunda en publicarse.<BR><BR>Con ella obtuvo gran fama internacional y, cómo no, abonó el terreno para su caída. Brautigan viajó mucho, compró propiedades, se dio la vida que no había tenido hasta entonces. Pero no supo llevar bien el peso de la fama. Las borracheras, la seducción de sus seguidores incondicionales y las mujeres, de repente tan disponibles (posó con algunas de ellas para las cubiertas de sus libros, e hizo que se incluyera su número de teléfono en algunas de las ediciones), se cobraron un precio alto.<BR><BR>Aunque ciertos escritores aplaudieron el éxito del patito feo convertido en estrella y los medios lo ubicaron en el firmamento de la contracultura al lado de Dylan, Ginsberg o Timothy Leary, la crítica valoró negativamente sus libros posteriores, y debido a su escritura cada vez más literaria, sus lectores empezaron a dejar de leerlo. Los sesenta dieron paso a los setenta. Jerry Rubin llegó a Wall Street, Abbie Hoffman se convirtió en un fugitivo, muchos de los chicos del flower power se pasaron al yuppismo y Brautigan se hundió en el declive, transformándose en el símbolo triste de una época convulsa. Y pasada. La visión condescendiente lo convierte en víctima de la contracultura.<BR><BR>Para otros, sin embargo, sencillamente fue un héroe. Desde el punto de vista de la escritura, hay quienes siguen considerándolo inclasificable. Estados Unidos lo había olvidado ya cuando, el 24 de octubre de 1984, se halló su cuerpo cubierto de gusanos. Varias semanas antes, no se sabe con exactitud cuándo, se había pegado un tiro. Junto a su cuerpo, el arma y una botella de licor.<BR><BR>Paradójicamente, los lectores del mundo entero que siguen descubriéndolo son legión. No ha hecho falta que siguiera escribiendo, aunque al recordarlo, al leerlo, se le eche tanto en falta. Sólo que, en palabras de Vonnegut, «como ha ocurrido con tantos otros buenos escritores, finalmente pudo con él ese desequilibrio químico que llamamos depresión, y que cumple su labor mortal sin que importe lo que esté ocurriendo en la vida amorosa del que lo padece, sin que importen sus aventuras, buenas o malas, en el Mercado sin corazón»<BR><BR>Editorial Blackie books

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