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Aunque el título de este libro (La doble rendija) rememore el célebre experimento llevado a cabo por Thomas Young, en 1801, para demostrar definitivamente que la luz ?cuya naturaleza íntima se desconocía? era una onda, lo cierto es que no hay pretensión científica en este poemario, más allá de recordarnos la doble realidad de la vida que llevamos, una de las cuales es la verdadera.
Daniel Noya afrontó la necesidad poética de superar la pérdida, con versos de amor y en búsqueda de la belleza. Todos los poemas fueron compuestos de una sola vez, sin reescrituras ni correcciones. Y el resultado viene a corroborar, como la prueba de Young, que no vivimos únicamente en un tiempo y en un espacio.
Estás aquí tan lejos
y es inútil besarte en el presente.
Quizá en eso se parezca finalmente la experiencia poética y la científica. Ambas modifican nuestra forma de ver la realidad, cualquiera que esta sea.