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?LA FICCIÓN DEMOCRÁTICA?, con Albert Libertad, Sébastien Faure y Ricardo Mella, escasa e injustamente difundido el primero y más conocidos aunque poco estudiados los otros dos, están buena parte de las claves para entender la banalidad del mal de un sistema fundado sobre mitos, ritos, sucedáneos, tabús, supersticiones y cuentos, para esclavizar a las personas.
Leer a la altura del primer tercio del siglo XXI lo que tres descreídos de la democracia convencional, anarquistas notorios, escribieron al inicio del siglo XX, y comprobar su esencial vigencia y rigor, no puede más que llenarnos de asombro político y gozo intelectual. Los autores fueron pertinaces insumisos frente a la legalidad, el Estado, la Iglesia y cuantas instituciones sirven y han servido para mantener el guiñol democrático que legitima el infortunio del pueblo soberano. Con sus críticas resaltaron las lacras del sistema y el principio de autoridad, la constitución de mayorías electorales artificiales, el peligro del uniformismo nacional, la indigencia del llamado interés general, el conformismo castrante como doma social, la deslocalización del sujeto soberano, el problema de las minorías y sus derechos inalienables, el enmascaramiento como Estado Providencia de lo que sólo es una voraz sociedad de asalariados y consumidores, la tolerancia de la política de puertas giratorias que hace del Parlamento la cámara de
resonancia del mundo de los negocios y de la corrupción?
Este libro intenta repensar la democracia directa y participativa en las sociedades complejas del capitalismo global.