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Katharine Burdekin escribió esta distopía antiimperialista y antifascista en 1937 anticipándose a una Segunda Guerra Mundial que podían ganar los nazis. «Hermann, pienso destruir vuestro imperio.» Han pasado más de setecientos años desde el final de la Guerra de los Veinte Años y el mundo está bajo control de Alemania y Japón, dos potencias fascistas. En este nuevo orden mundial, las mujeres viven en barrios segregados que funcionan como granjas de reproducción. Alfred, un inglés, se reencuentra en Alemania con Hermann, un payés nazi analfabeto. El azar hará que se crucen con el Caballero Von Hess, con quien mantendrán unas conversaciones clandestinas que encenderán la espurna de la revuelta contra el régimen nazi. Es un texto fundamental para la ficción especulativa y una denuncia desacomplejada del vínculo indisociable entre el machismo y la extrema derecha. Así mismo, se avanzó a autores como George Orwell o Margaret Atwood y en las temáticas que les hicieron famosos. Burdekin alerta sobre los peligros de la destrucción de la memoria histórica, del control social y de la segregación o de las consecuencias del fascismo y el autoritarismo sobre las personas, la educación y la cultura.