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El sustento en que se apoya el Antiguo Régimen no aguanta más: cruje con estrépito un nuevo espíritu y las viejas ideas heredadas amenazan con el colapso. El súbdito anhela un nuevo sistema que lo alce. El siervo necesita de un moderno Prometeo que lo libere; precisa una nueva filosofía que haga de la humanidad el fundamento de un mundo nuevo.
La rebelión antropológica nos sitúa justo en ese punto desde el que podemos ver, hacia un lado, cómo arde el viejo mundo y su absolutismo teológico; y, hacia el otro, el nacimiento del nuevo que, con una «nueva humanidad», no vendrá carente de problemas.
Santiago Castro-Gómez pone de relieve cómo de esa nueva filosofía se deriva un compromiso con el eurocentrismo y el antropocentrismo, y cómo la superación de estos puntos debe surgir de una estrategia decolonial.