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Rocky Rhodes lleva años protegiendo con uñas y dientes su rancho de California frente al Departamento de Aguas de Los Ángeles que está drenando sus acuíferos. Es en ese rancho del valle de Owens donde su mujer y él criaron a sus hijos gemelos, Sunny y Stryker, y donde Rocky ha llorado a su esposa desde su muerte. Cuando Estados Unidos entra en la segunda guerra mundial, el gobierno decide construir en el valle uno de los campos de internamiento en los que confinará a los más de cien mil ciudadanos de origen japonés que viven en los estados de la costa del Pacífico. El director del campo, un chico judío de Chicago, quedará fascinado por la familia Rhodes, especialmente por la joven Sunny.
Las propiedades de la sed es una inolvidable novela sobre uno de los episodios más oscuros del pasado estadounidense, pero también es una historia de amor: el de una familia por un paisaje amenazado y el de un hombre por una mujer asombrosa. Una historia universal e íntima, cuyos ecos resuenan especialmente hoy en día, sobre la celebración de los vínculos amorosos y familiares que sobreviven a pesar de las dificultades. Sin duda, una de las grandes novelas americanas de los últimos años.