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El libro recoge, tras referir un breve marco conceptual, la reflexión de las autoras sobre su trabajo clínico con pacientes hijos, hijas y nietos de torturadores argentinos. Lúdico y riguroso texto producto de una investigación de más de 20 años, trabaja experiencias hasta ahora desconocidas y no elaboradas por la clínica, ni por la academia. A trave´s de relatos, suen~os y pesadillas, el texto muestra parte de la dimensio´n familiar de las vidas de un grupo de agentes del Estado argentino, durante la dictadura militar, cuyo trabajo cotidiano fue aprehender, interrogar, torturar, asesinar y hacer desaparecer a aquellas personas consideradas ?enemigos internos?. Acciones que no son atribuibles a patologi´as personales, sin embargo, lejos de toda forma de victimizacio´n de los perpetradores, el trabajo psicoterape´utico con sus descendientes muestra el dan~o posterior expandido a todo el ci´rculo familiar. Dan~o por lo actuado y, sobre todo, por lo no dicho a nivel individual y social.
La obra interroga, en el campo de las memorias sociales y sus trayectorias biográficas, aquellos relatos subalternos, que lentamente han comenzado a emerger y a circular en nuestras sociedades, relacionados no solo con aquel periodo de las dictaduras latinoamericanas, sino también, con las memorias sobrevivientes que se transmiten de generación en generación. María José Ferré y Ferré y Héctor Alfredo Bravo dan cuenta de situaciones y experiencias infantiles sabidas a media, de prácticas de silenciamiento al interior del lazo filial, de niños y niñas expuestos a secretos y complicidades, las que retornan como verdaderos agujeros negros en la vida adulta: excesos de no-saber que requieren ser inscritos y dichos.
Ese no dicho ?ese secreto asimétricamente compartido entre dos generaciones? termina por hacerse escuchar, sea en el cuerpo de los analizantes o de sus padres o en los fracasos que mantienen a los hijos hipotecados. Pero en la medida en que no todo se reduce a un puro discurso, aunque tenga que pasar por este, sino a lo efectivamente sucedido ?en este caso, violento y mortífero?, no queda sino retomar la otra fórmula de lo inconsciente que reza así: ?Eso que no se puede decir, hay que callarlo?, y que los citados hacen devenir en ?eso que no se puede decir, no se puede callar?.