Jacques-Alain Miller presenta su curso de 1989 como una carrera contra el reloj. En la prisa, y en tanto asume su posición analizante, elige trabajar sobre el pequeño detalle, las exquisiteces, los divinos detalles recortados del Uno que forman series. Es una carrera de doce clases que tendrá a la tortuga por delante de Aquiles para interrogar el justo lugar del concepto de goce forjado por Lacan. ¿Por qué el goce debe condescender al deseo por la vía del amor? No es tarea sencilla poner de relieve a un Freud lacaniano, a partir del retorno a los divinos detalles de sus contribuciones a la psicología de la vida amorosa. ¿Cuál es la afinidad entre la condición de amor freudiana y la causa lacaniana del deseo? El curso incluye en su recorrido una deliciosa semblanza del flechazo de Adán y Eva, así como de la novela del abate Prévost Manon Lescaut con sus interrogantes: ¿qué quiere una mujer más que el amor? ¿Por qué permanece marcada por ganas de otra cosa? Es esencial el capítulo sobre la relación entre el goce y la castración. El goce es el concepto lacaniano que unifica la libido y ía pulsión de muerte, la oposición entre Eros y Tánatos. Lacan mantendrá el binarísmo freudiano como una antinomia interna, la división del sujeto en cuanto no quiere su propio bien. Los capítulos sobre el superyó darán cuenta de este hecho, así como la impasse que implica la renuncia pulsional. A partir de esta perspectiva, quedará resaltado el leitmotiv de este curso, la cuestión de la satisfacción. Lo que Lacan llama goce" implica un nuevo tipo de satisfacción que incluye en sí mismo su contrario, el displacer, y un objeto que responde a ella, el objeto a. El desarrollo de este curso va in crescendo. Las preguntas que se formulan deben ser acompañadas en sus variaciones: ¿la satisfacción de la pulsión es sentida como satisfacción o puede ser inconsciente y no ser sentida como tal? ¿Cuál es su relación con el principio de placer? ¿El goce es anterior o posterior al Otro? ¿Se puede definir el objeto de amor a partir del objeto de la pulsión? ¿Cuál es la función del fantasma para el sujeto? Como se trata de un libro sobre el amor, el deseo y el goce en la práctica analítica, no faltarán las indicaciones directas sobre la transferencia. Evidenciar lo divino del detalle, tanto en la práctica analítica como en su elucidación, no implica su eternización, ya que el final del análisis conlleva la extracción del objeto y por lo tanto su "desdivinización", si cabe la palabra. Los lectores de Los divinos detalles encontrarán en estas páginas una clarificación sobre el uso del análisis: a partir de esta experiencia el sujeto pierde sus cadenas. Y, de hecho, uno no tiene más que las propias cadenas para perder. Un libro imperdible."