El tono de este Seminario de Jacques-Alain Miller está marcado por lo que él anuncia, no sin precaución, como "una conversión de la perspectiva", que refiere a dos efectos del significante en el cuerpo: el de la mortificación, y el de ser causa de goce, del plus de gozar; de ellos el que merece la máxima relevancia para el psicoanálisis es el segundo, es decir, no el que hace al fantasma, sino el que conduce al síntoma. En caso de que uno se quede sólo con el Lacan que, en algún momento, hizo del fin de análisis la asunción de la muerte como forma de la asunción de la barra que divide al sujeto, y se crea que Freud, al hacer de la muerte un Trieb, sólo dice que la verdad del goce es la muerte, en ese caso, dice Miller, el psicoanálisis no tendría nada que decir que no haya dicho la religión. La religión está más cerca de la muerte, el psicoanálisis está más cerca de lo real del sexo. En esto Miller sigue a Freud: "Freud dice que en el fin del camino hay una piedra, hay una roca y para él la roca tiene que ver con la asunción del sexo y no de la muerte".