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El fenómeno de la migración para trabajar tiene más de medio siglo imperando entre Estados Unidos y México, y treinta años con Canadá, gracias al Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT) establecido en 1974. Los estados que más migrantes aportan a este tipo de migración laboral temporal son Jalisco, Michoacán, Guanajuato y el Estado de México. Preocupados por esta situación y su incremento exponencial en las últimas tres décadas, un grupo de investigadores del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey, coordinados por la Dra. Claudia Reyes Trigos, se propusieron estudiar la manera en la que la migración temporal afecta a los migrantes mexicanos, a sus familias y a sus comunidades, en aspectos tales como su identidad cultural y sus costumbres de alimentación, salud, organización y comunicación familiar. Para ello, se llevaron a cabo entrevistas con migrantes y sus familias, principalmente sus esposas e hijas, en seis municipios del sur del estado de Guanajuato, el cual tiene una historia de migración internacional que se remonta al año 1890. Más allá de los números y las estadísticas, el flujo migratorio es personificado por individuos y familias que son los que sufren los riesgos, las separaciones dolorosas y los efectos colaterales. Darle voz a estas personas para entender mejor las consecuencias de este fenómeno, a partir de su propio discurso, es uno de los resultados más importantes del esfuerzo realizado y de los análisis que se presentan en este volumen, ya que son ellos quienes conocen a fondo su realidad y quienes mejor pueden contarla.