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Se suele afirmar que el fascismo es un fenómeno antimoderno, enemigo declarado de la auténtica cultura. De acuerdo con esta premisa, el Tercer Reich, en su barbarie, habría acabado con el modernismo, y el fascismo italiano habría utilizado cínicamente a la vanguardia artística y a la elite tecnócrata para lograr sus propósitos reaccionarios. Sin embargo en este libro Roger Griffin ofrece un retrato convincente del fascismo en cuanto expresión «total» de modernismo por derecho propio. Como si de un cuadro modernista se tratara, este ambicioso libro transforma nuestra comprensión del arte, de la tecnología, del espíritu social y de la política de la primera mitad del siglo XX. Además, la edición española cuenta con un prólogo de Stanley G. Payne, uno de los historiadores hispanistas de mayor relevancia a nivel mundial.