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Este libro se ofrece a los que deben comprender que el noble oficio de la política es una tarea patriótica, comunitaria y apasionante. Es verdad que la actividad política se ha corrompido en gran medida, en particular entre los países post-coloniales, porque nuestras elites políticas, desde hace 500 años, han gobernado para cumplir con los intereses de las metrópolis de turno (España, Portugal, Francia, Inglaterra, y hoy Estados Unidos). Considerar a los de abajo, a la comunidad política nacional, al pueblo de los pobres, oprimidos y excluidos, es tarea que cuenta con poca prensa y prestigio.
El siglo XXI exige gran creatividad. Es la hora de los pueblos, de los originarios y los excluidos. La política consiste en tener "cada mañana un oído de discípulo", para que los que "mandan manden obedeciendo". El ejercicio delegado del poder obedencial es una vocación a la que se convoca a la juventud, sin clanes, sin corrientes que persiguen sus intereses corrompidos, y son corrompidos porque luchan por intereses de grupos y no del todo (sea el partido, sea el pueblo, sea la patria, sea América Latina, sea la humanidad).