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Hay que poner en duda la realidad. Con un paisaje de fondo que inevitablemente te lleva a la libertad de la locura, una muchacha regresa al pueblo de sus raíces. Allí resisten los buenos y los malos de siempre, una cierva casi humana, un Abuelo eterno y el último monje de Bután. Pero, además, nuevos ingredientes se han incorporado a la flora y fauna del Lugar: un poeta adicto al octosílabo, una vaca azulada que da
cerveza, una cuadrilla de cómicos secuestrados, un forastero con estudios el Tonto y un cura satánico que quiere mandar más que los caciques jubilados. La
protagonista, acompañada en todo momento por un ciego listo y malo, intenta hacer justicia poética y demostrar, sea como sea, que la mejor novela del mundo tiene también firma de mujer.
Y luego, además, hay amor, sexo, crimen, gastronomía, alcohol y muerte.