Rojo sobre Negro es el fruto de una pasión compartida por un grupo de escritores que, tal vez con ingenuidad pero sin duda con bastante alevosía, expresa una voluntad común a través de la narrativa breve. Experiencias anteriores (Reincidencias, Ínsulas Encantadas) demostraron que era posible e incluso estimulante llevar a cabo la materialización de un libro con la aportación singular de cada cual ante la sugerencia de una palabra, una idea o un género.
Uno de los mayores incentivos de este empeño lo constituye, sin duda, el hecho de convocar a escritores de distintas generaciones, diversos estilos e intereses, conocidos y desconocidos (entre sí y por parte del público), que no vacilan a la hora de reunir sus voces en el mismo espacio de ficción, ilusorio e incierto. Eso sí, todas y todos son confesos adictos al cultivo de la palabra escrita, además de viciosos lectores.
En esta ocasión, la sospechosa inclinación de los componentes del grupo por el género negro ha sido la causante de este crimen colectivo.
Rojo sobre Negro pretende mostrar la flexibilidad y amplitud de miras de una vertiente literaria que supera modas y modos, el paso del tiempo y algún que otro prejuicio. Incluso cabría pensar que soplan aires propicios para emprender la travesía hasta el lector curioso y predispuesto.
