Ociosos terratenientes y jóvenes de talento se dan cita en la casa de verano de la ilustre y rica viuda Daria Mijailovna Lasunskaya. La llegada de uno de esos jóvenes, todo elocuencia y persuasión, para una visita de circunstancias que se prolonga en una estancia de varios meses, suscita entre los asiduos una varada escala de reacciones que va del más absoluto desprecio a las más apasionada devoción. En medio de este clima tenso y contradictorio, Turguénev elabora en Rudin (1856), su primera novela, un espléndido retrato del «hombre supérfluo», del mediocre brillante, una figura tratada ya por el autor en anteriores relatos, inspirada por el Eugenio Oneguin de Pushkin, y que acabaría convirtiéndose en un prototipo de la literatura rusa del XIX. Héroe hamletiano, atrapado entre su talento y su incapacidad, Rudin encarna no ya el clásico conflicto entre la palabra y la acción, sino entre la palabra vacía y la que sólo trágicamente puede cobrar sentido.
AUTOR/A
TURGUÉNEV, IVÁN
Iván Serguéievich Turguénev (1818-1883) tuvo la suerte de nacer en una familia muy rica de la Rusia decimonónica. Su padre, un aristócrata que no se interesaba en su familia, y una madre cruel hicieron que el joven Iván creciera introvertido y solitario, con una gran capacidad para la observación de la naturaleza y el comportamiento humano, lo que le resultó muy útil en su formación como escritor, y en la composición de su primer libro, Notas de un cazador (Zapiski ojótnika, 1852). Este libro, uno de los primeros a enfocarse sobre la injusticia de la vida de los siervos, gozó de un éxito inesperado, y Turguénev se convirtió en el escritor más famoso de Rusia, no solo por la calidad de su prosa, sino por su forma de enfrentarse a los problemas sociales de su época.