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Madrid, 1988. Se aprueba la Ley General de Sanidad, conocida como «la reforma psiquiátrica». Un primer intento de desmantelar el sistema de manicomios del franquismo.
Silvia, penúltimo eslabón de una saga familiar en descomposición, lleva ingresada en un psiquiátrico más de la mitad de su vida. Ahora necesita encontrar algún pariente directo que asuma su tutela legal para poder salir y vivir libre. Esta acuciante necesidad la lleva a integrarse, muy a su pesar, en un ambiente de artistas flamencos y nocturnos con los que se ve obligada a convivir y a compartir los mecanismos de supervivencia de un barrio periférico.
El Flamenco la recibirá como ese lugar interior donde no tiene sentido engañarse, en el que toda persona se encuentra sola frente a sí misma, sabe lo que soñó, lo que hizo y lo que aún puede hacer. Y con eso ha de vivir o ahogarse.