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No es fácil caracterizar de un solo trazo la obra decisiva y original de Charles-Louis de Secondat, barón de La Bréde y de Montesquieu (1689-1755), y una de las razones de esta dificultad es el modo en que esa obra se sitúa frente a las tensiones y a las contradicciones de la época de crisis y de cambios a la que pertenece. En el siglo XVIII francés, en efecto, asistimos al mismo tiempo a la progresiva erosión de un viejo mundo dominado por los intereses de una aristocracia a la que el propio Montesquieu, por cierto, pertenecía por su cuna, por sus intereses y por sus convicciones, y a la consolidación de las tendencias políticas, teóricas e intelectuales que desembocarían algunas décadas más tarde en la gran Revolución que cambiaría la historia de Europa y del mundo, y entre cuyas fuentes de inspiración filosófica una muy justificada tradición nos lleva a situar en un lugar de privilegio los trabajos mayores de nuestro buen Barón. ¿Paradoja? Más bien habría que decir que, en esa encrucijada histórica, la obra de Montesquieu, caracterizada por lo que en este libro se nombra como un cierto "rasgo jánico" en el que sin duda radica buena parte de su enorme interés, mira al mismo tiempo hacia atrás y hacia adelante, busca en el pasado fuentes de inspiración para dar cuenta de los dilemas de su propio tiempo, e incluso, visionariamente, de los dilemas de los tiempos por venir. Este libro trata de explorar estas tensiones y ambivalencias acompañando esa doble dirección de la mirada montesquevina: hacia atrás, hacia la gloriosa historia de la república romana y hacia la tradición republicana del renacimiento; hacia adelante, hacia las grandes teorías que pensaron, en Europa y en América, la construcción del Estado moderno. Entre sus autores se destacan Eduardo Rinesi, esteban De Gori, Rocío Anunnziata, Sebastián Torres y Andrés Jiménez Colodrero.