Fidel Dopico Moldón, miembro de una partida de la IV Agrupación Guerrillera de Galicia, habla desde su sepultura, situada bajo la cimentación de la autopista AP-9, a la altura del Kilómetro 15, en dirección a Santiago de Compostela. Junto a él yacen cuatro camaradas y un perro, asesinados también por las fuerzas de la represión franquista la madrugada del 9 de noviembre de 1946, cuando huían del campamento de La Espenuca, en Betanzos. Su lucha en el monte, durante 9 años, estructura una narración que se desarrolla sin un contexto temporal preciso. Vida y muerte se mezclan de modo indisoluble en cada una de las palabras del protagonista, consiguiendo que tanto el pasado como el presente articulen los soportes de idéntica denuncia. Fidel, consciente del abandono histórico del que sus compañeros y él son víctimas, tratará de reivindicar desde el interior del hoyo los derechos históricos que merecen quienes murieron por defender la libertad, amparado en un discurso introspectivo, emotivo y crítico. Obstinado en quebrantar la pena perpetua del olvido a la que ha sido sentenciado, se vislumbra en él la firme