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Teresa Claramunt (1862-1931), la «virgen roja barcelonesa o la Louise Michel española», como era conocida en los medios libertarios, fue una de las personas más influyentes del anarquismo catalán de finales del siglo XIX y principios del XX.
Nacida en Sabadell, de familia obrera, de muy joven empieza a trabajar en una fábrica textil. Con veinte años participa en la «huelga de las siete semanas», lo que mar caría el inicio de lo que sería su trayectoria política y vital. Muy pronto toma conciencia de la doble explotación que sufre la mujer dada su condición de mujer y de obrera. Dedica sus primeros años a fomentar el asociacionismo obrero y, en particular, a la creación de asociaciones de mujeres obreras, donde éstas puedan operar sin la tutela de los hombres.
Propagandista infatigable, autora de numerosos artículos y animadora de publicaciones como El Progreso o El Rebelde, fiel a un anarquismo puro e intransigente, contraria al sindicalismo negociador y a los conchaveos con la clase política, se convertirá en una de las voces más lacerantes contra la desigualdad de la mujer, contra la religión, contra la explotación capitalista y contra el militarismo.