En 1980 un inexperto Leonardo Padura ingresaba en la redacción de El Caimán Barbudo, publicación de los jóvenes creadores cubanos financiada por el Estado. Junto a un grupo de colegas insinuaron una renovación que tres años después motivó la expulsión de los inquietos ?intelectualoides?. El destino de Padura fue el periódico Juventud Rebelde, donde debería encausarse ideológicamente. Pero un mecanismo no previsto arruinó la lógica reeducadora y la experimentación narrativa volvió a plantearse. Las crónicas que presentamos en esta obra fueron escritas por el autor de El hombre que amaba a los perros en aquella etapa constitutiva. La tensión entre periodismo, literatura y política, que es el sello de su particular estilo,se palpan aquí a flor de piel. Padura intenta una exploración novedosa en los pliegues de la cultura nacional, a contrapelo de los cánones propuestos por la historia oficial de la Revolución cubana.