La etapa histórica que arranca con la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931 constituye el único ejemplo de gobierno democrático habido en España hasta que más de cuarenta años después, tras la muerte del general Franco, se instaurara de nuevo la democracia parlamentaria. Lejos de conocer una plácida vida, la joven república española vio cómo los escasos ocho años de su existencia transcurrieron entre divergencias, luchas, revueltas, revoluciones, trastornos políticos y asonadas militares. La más importante de estas confrontaciones, excepción hecha de la guerra civil de 1936-39, tuvo lugar en 1934. Cuando se anunció, a principios de octubre, que varios miembros de la derechista CEDA entraban a formar parte del Gobierno, saltaron todas las alarmas y los socialistas tomaron la decisión de convocar un movimiento revolucionario que devolviera el mando de la República a la izquierda. La Revolución de Octubre de 1934 ha generado un importante volumen de estudios, tanto a nivel nacional como al local, centrándose todos ellos especialmente en los dos lugares en los que la huelga tuvo más incidencia: Asturias y Cataluña. Por el contrario, en lo que se refiere a lo sucedido en la entonces provincia de Santander en esas fechas el silencio es casi absoluto, por lo que cabe deducir que no pasó nada. Sin embargo, eso es radicalmente falso. Cantabria fue uno de los lugares de España donde tuvo una mayor incidencia y son varios los hechos que así lo atestiguan; fue una de las regiones donde la huelga tuvo una mayor duración, donde el número de muertos -15- y de heridos -más de un centenar- fue de los más crecidos del país y donde la represión gubernamental posterior alcanzó una de las mayores cotas: pasaron de 1.000 los detenidos y encarcelados por su participación en esos hechos.