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En el capítulo séptimo de sus «Pensamientos para mí mismo», Marco Aurelio anotó melancólico: «Muy pronto todos te habrán olvidado». En esta ocasión, el emperador- filósofo se equivocaba. Casi dos milenios después de su muerte, su escritura sigue viva y sus palabras siguen cambiando la vida de millones de lectores. A la obra de Marco Aurelio regresamos una y otra vez, desde todas las épocas que ha visto el mundo y desde los distintos momentos de una sola existencia individual. Y volvemos a ella porque, a diferencia de lo que en ocasiones se piensa, es la obra de un hombre de acción, que nos enseña a actuar, ampliando nuestro campo de visión y nuestra relación, a veces tan estrecha y ciega, con lo que nos ocurre. De igual modo, es la obra de un pensador sereno y consciente de que esa serenidad es la condición imprescindible para la búsqueda de la vida buena y de las buenas decisiones, aquellas que nos acercan a la felicidad para uno mismo y a la justicia para los demás.