Durante la mayor parte del siglo XX el Perú fue gobernado por regímenes militares y autoritarios en alianza con las élites sociales y económicas tradicionales. En la década de 1920, proyectos radicales de transformación (Partido Comunista, APRA) intentaron abrir caminos para el cambio social, algunas veces recurriendo a la violencia; sin embargo, las fuerzas que defendían el statu quo prevalecieron. Hacia mediados del siglo XX nuevos grupos políticos y sociales empezaron a movilizarse detrás de proyectos de modernización y de consolidación de la democracia representativa. Ello fue interrumpido por un golpe militar en octubre de 1968, que sacó del poder a Acción Popular, cuyo gobierno se vio envuelto en acusaciones de corrupción y en controversias por la negociación de contratos petroleros con empresas extranjeras. Los partidos políticos, según los militares, habían fracasado en la defensa de los intereses de las mayorías, de modo que las Fuerzas Armadas sintieron como suya la obligación de llevar adelante las transformaciones estructurales necesarias para poner al país en el camino hacia la auténtica soberanía, independencia y justicia social. Un sentimiento nacionalista generalizado acompañó al Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, el cual, al margen de cualquier juicio valorativo, transformó radicalmente la sociedad peruana. A los 50 años del golpe militar de Velasco, presentamos diversas perspectivas que abordan lo que se ha venido a llamar "el experimento peruano" en el que se aplicaron cambios sociales y políticos que se dejaron sentir en las décadas posteriores e incluso hasta el presente.