“Los españoles nunca han dado problemas en la UE porque sus políticos no saben dónde están metidos”

Ufano, campechano, la personalidad de Wolfgang Streeck (Lengerich, Alemania, 1946) no se corresponde con la del mordaz azote del capitalismo y de la izquierda altermundista que se denota de sus colaboraciones en prensa. Proveniente de las filas del neokeynesianismo, su posición acerca de las fronteras es polémica y, como la de otros referentes como Vicenç Navarro, parten de un diagnóstico que rechaza o minusvalora la potencia política de las clases trabajadoras de los países del sur en migración hacia Europa. A pesar de esas discrepancias con la izquierda marxista, los análisis de Streeck apuntan al corazón de las contradicciones de la Unión Europea. La preponderancia de Alemania —más débil de lo que aparenta—, la fragilidad del sistema monetario, el colapso del sistema de partidos o la amenaza perpetua de la deuda, se acumulan encima de una crisis que brotó en 2008 y que se ha superado con medidas “para los siguientes seis meses”.
 

En el libro dices que estamos en un punto de indeterminación, de interregno, en la historia del capitalismo. ¿Qué es lo que define este punto?

La ausencia de previsibilidad. Hemos visto hechos que nadie hubiera pensado que fueran posibles en los últimos tres o cuatros años. El colapso del sistema de partidos en Francia, en Italia... Donald Trump siendo elegido. Comparo estos hechos a los fenómenos climáticos extremos respecto al calentamiento global. ¿Cuál es la explicación? Creo que en el interior del capitalismo, antes de 2008, había un consenso básico de que lo que se llama neoliberalismo podía revitalizar el capitalismo. Abriendo las fronteras, mediante el ilimitado libre comercio, etcétera. En 2008, ese consenso finalmente falló. Y todo el mundo fue consciente de que las promesas del neoliberalismo no iban a traer lo que habían prometido. Al contrario, lo que se vio fue la deuda crecer, el aumento de la desigualdad, el crecimiento estancado.

Visto eso, el sistema de partidos —de centro-izquierda y centro-derecha— que había copado todas las esperanzas durante las políticas económicas del neoliberalismo, se rompe. Porque ahora se puede ver, emergiendo desde el fondo de las sociedades, una oposición a la apertura de fronteras, contra la privatización. Todos estos problemas han sido percibidos por la sociedad como algo que ha quedado demostrado. A estas alturas de la historia, no ha quedado una izquierda a la que regresar, porque la izquierda ha quedado contaminada por su cooperación con el capitalismo.

Así que, ¿qué hacen las sociedades? Vuelven a los partidos nacionalistas porque quieren una restauración de las funciones proteccionistas de los Estados-nación. Ahora hay una situación de extrema inestabilidad, en una situación no conocida hasta ahora. Es un periodo de incertidumbre, en el que no podemos hacer predicciones. Esto no se ciñe solo al sistema político, se produce también en el mercado de trabajo. Hace 20 años tenías capacidad de saber que, si tenías un puesto de trabajo determinado, podrías conservarlo el resto de tu vida. Ahora se está diciendo en todo el mundo: “no, no, ya no funciona así”. Ya no hay vidas estables. Piensa en Japón, por ejemplo. Nadie se casa ya en Japón. Porque esa idea de estabilidad para toda la vida ha desaparecido.

Tenemos que aprender —desde la sociología— que la gente no responde necesariamente sobre las condiciones del presente, si no que actúan en cuanto a sus expectativas. En este momento, básicamente, sigue funcionando el sistema de salud, el sistema de pensiones, pero la gente está pensando en el futuro y la confianza de que el futuro se puede prever ha desaparecido repentinamente. Si esto se combina con el hecho de que la gente parece creer —cree firmemente— que, para mantener lo que son, tienen que trabajar cada vez más duro, esa competición —cada vez más intensa— en el trabajo, funciona como una promesa de que tú y tu prole lo tendrá mucho mejor a diez años vista. Sólo desde la promesa de que si trabajas duro y tienes suerte, te mantendrás exactamente donde estás en este momento. Si no, te hundirás.
 

Sí parece que Trump y la corriente política de la derecha que representa, tiene un plan trazado. En los últimos dos años hemos visto el aumento de la tensión con China —también a través de Corea del Norte y Venezuela—. ¿Puede ese plan funcionar para revitalizar la hegemonía de Estados Unidos?

No lo sé, no soy un profeta y cuando digo que estamos en un momento de extrema incertidumbre lo digo en serio. Me contradiría si te digo que en los próximos 20 años esto será así. Pero creo que lo que puede decirse es que las instituciones que hemos heredado ya no aportan las certezas de que tenemos algún tipo de control sobre nuestros aliados. El denominador común es esa pérdida de control. No fue un accidente que, en el referéndum del Brexit, el eslogan fuera “recuperemos el control”.

Has hablado de la derecha y de la Alt-Right. Este es un mundo en el que los emprendedores políticos —si quieres llamarlos así— como Steve Bannon dan vueltas, tratando de ver cuáles son los lemas que impactan mejor en las experiencias vitales de la gente. La experiencia es de impredecibilidad, de pérdida de control, “todo tipo de fuerzas están obstaculizándome y el Gobierno no me ayuda”. Así, un tipo como Bannon, se pregunta, “qué es lo que tenemos que decir para absorber ese sentimiento”. Y la izquierda le da campo abierto, porque lo que hace la izquierda, la mayoría del centro izquierda es decir “las cosas no van tan mal, vamos a tener más internacionalismo” —y no menos—, “Confíemos en la Unión Europea, Europa es la respuesta”, etcétera. Pero la gente no se lo cree, cada vez menos gente se lo cree, y presta oídos a gente como Bannon.

Las personas normales no son politólogas, quieren oír algo que tenga resonancias en su experiencia del día a día. Y si alguien viene y dice: “La gente ha sido dejada de lado, tu vida se ha ido a la mierda, ellos te hacen la vida más y más difícil…” entonces hay personas que dicen “sí, tiene que haber algo así, porque eso es lo que yo vivo”. Ellos, entonces, dicen que la razón es la retirada de las fronteras, que las fronteras protegen a esa gente. Y la izquierda ha tenido una respuesta dificultosa porque sí creo que las fronteras juegan un papel importante en el sentimiento de seguridad de la gente. La izquierda ha hablado de un mundo sin fronteras, cosmopolita, pero el tipo que vive en el sur de Francia, no sabe qué significa el cosmopolitismo, no sabe a lo que se refieren. Piensa que es una cosa de una serie de idiotas que viven en París. Esa idea de cómo la gente vive y piensa ha sido perdida por parte de la izquierda, porque se ha extendido en el imperio del cosmopolitismo: derechos humanos por todas partes pero el empleo, desafortunadamente, “ya vendrá después”.

Merkel va a estar fuera de la cancillería este año. ¿Qué balance hace de su mandato?

No atribuyas demasiado pensamiento a los políticos. Ella heredó una una estructura. Cuando Merkel llegó al poder, la Unión monetaria ya estaba allí. La Unión monetaria es un dispositivo para que Alemania obtenga riqueza y otros países no. Eso es lo que heredó, ella no ha aportado ninguna idea nueva. Así que, durante su periodo en la oficina, ha hecho todo lo que ha podido para mantener esa estructura funcionando. Eso no es tan difícil si estás en el centro de un país rico, y no es tan complicado porque la manera en que funciona esa unión es muy difícil de cambiar. Tienes 18 Estados alrededor del Banco Central, tienes un Parlamento sin poder político, básicamente todas las cosas que tienes que hacer, o lo que debes hacer, para cambiar eso, es cambiar los tratados. Cambiar el Tratado significa que necesitas que 28 países de acuerdo para ese cambio, y además necesitas referéndums en cuatro o cinco de esos países. Es imposible. Así que ella se sentó en una estructura blindada, en la que lo único que debía hacer era comprar tiempo para los siguientes seis o siete meses. Y eso es lo que hizo.

Y en eso tuvo éxito.

Sí, ella es muy buena en eso. Todo lo que tiene es instinto para saber lo que tiene que hacer en los siguientes seis meses. Tiene un círculo de asesores, gente que ni siquiera pertenece a la CDU. Especialistas en los media. Ella es la primera política que se ha hecho extremadamente dependiente del social media. A lo que realmente responde es a su imagen: fotografías, imágenes. Sabemos muy poco acerca de lo que hace nuestra canciller, porque nuestro sistema político coloca un escudo contra el escrutinio público. Nunca ha acudido al Bundestag a responder preguntas, como hace la primer ministra británica, que todas las semanas confronta con la oposición.

Ella solo trabaja con lenguaje guionizado, y lo hace bajo un guión que hace casi ininteligible lo que dice incluso para los alemanes. Pero eso es intencionado. Merkel dice cosas y posteriormente uno piensa “qué demonios acaba de decir”. Nunca ha dado un gran discurso, por ejemplo. Nunca. Lo que hace es que tiene “amigos” en los medios, en la televisión, que le hacen entrevistas para adorarla.

Un periodista de investigación escribió sobre su política sobre refugiados, en el verano de 2015. Merkel solo dijo a su oficina de prensa y a su equipo que nunca quería aparecer en una foto con nada detrás suyo que recordase a los refugiados. Después de que machacase a los griegos, aparecieron todas esas imágenes de ella con esvásticas y entonces cambió inmediatamente de idea. De repente, a partir de la cumbre de Budapest, le dijo a todo el mundo que los sirios eran bienvenidos en Alemania. Eso abrió las puertas a los refugiados sirios que venían con fotos de Merkel, ella vio esas fotos en el periódico y dijo a su ministro de Interior, “si los detenemos ahora, no vamos a sobrevivir a esas fotos”. Entonces, sin consultar a nadie en la UE —nadie fue informado— abrió la frontera alemana y vino un millón de personas en los siguientes seis meses. Ella impuso a todos los países la misma política y lo hizo sin consulta alguna. Solo lo habló con Hollande, a quien le dijo que, si se mantenía callado, Francia podría mantener las fronteras cerradas a los refugiados.

Aunque Merkel es la imagen de las políticas de la austeridad, Alemania está en una situación económica compleja. Al borde de la recesión.

Déjame decirte algo sobre la austeridad. La austeridad es algo que está escrito en los Tratados de la UE. Merkel solo ejecuta los tratados. No es algo que se haya inventado. Tienes la Unión monetaria y, al mismo tiempo, tienes Estados soberanos que comparten la misma economía, y no puedes permitir que los Estados hagan lo que quieran en política fiscal. Es una combinación imposible. Porque eso no permite ser competitivo en el sistema monetario común. Así escribieron los tratados, y todo el mundo los firmó, los italianos, los españoles, etc. Solo el 3% del déficit cada año y el 60% de su deuda general. ¡Y lo firmaron!

Sí pero, incluso pese a “trucos” como la flexibilización cuantitativa, Alemania, está en medio de la tormenta. Merkel se va a ir y la situación sigue pareciendo insostenible.

Es una política. Ella tiene el sistema determinado por los tratados, que es beneficioso para Alemania, en el sentido de que si todo explota, la deuda, etcétera, la gente tiene que pagarle a Alemania. Otra cosa es cuando eso llegue a los bancos alemanes.

El tipo del Deutsche Bank la llamó y le dijo “tienes que hacer algo, si no nos vamos al hoyo” y entonces ella hizo algo por el Deutsche Bank. Draghi llamó y dijo “qué debo hacer” y ella dijo —no estaba allí pero se sabe que lo dijo— “inventa algo, algo que nadie entienda. Y haz algo por mí, porque queremos que sobreviva la unión monetaria”. Y Draghi dijo: “pues el QE: nosotros compramos deuda tóxica de los bancos italianos y se la endosamos de vuelta al Estado italiano, o algo parecido”.

Pero estas son medidas que toman para los siguientes seis meses y durante ese tiempo, por ejemplo, España ha disparado su deuda pública. Los españoles nunca han dado ningún problema en la Unión Europea porque —según mi punto de vista— los políticos españoles no comprenden dónde están metidos. Los italianos lo comprendieron en un momento dado, se dieron cuenta del gran hedor, Renzi es parte de ese hedor, y entonces Merkel dijo “hay que hacer algo que ayude a este muchacho Renzi”. Si vuestro hombre, Pedro Sánchez, no dijese que todo en Europa es maravilloso, si no que dijera “Europa nos pone en una posición difícil por el objetivo de déficit, obligándonos al aumento de la deuda pública, etcétera, etcétera...” Sánchez se convertiría en un problema.

Pero los españoles fueron muy bien entrenados desde “su infancia” acerca de la Unión Europea. Siguen tratando de ser la criatura favorita de Juncker. Y creo que ustedes sufren por este motivo, ya que, como vengo repitiendo, el imperio —Alemania— no es lo suficientemente fuerte para ayudarles. No hay suficiente dinero alrededor.

Entiendo que es por la posición del PSOE como único partido de la socialdemocracia que ha sobrevivido a la crisis en Europa.

Los españoles, en mi opinión, después de 1976 —cuando Franco desapareció definitivamente— cayeron enamorados de Europa. Y ese amor todavía perdura. El público español no comprende que dejar de ser un país fascista es una gran cosa pero que el entorno en el que entraron es un entorno en el que los Estados juegan duro. Bruselas no es el Festival del Amor.

¿Hay algún tipo de solución dentro de la moneda común, el euro? o la izquierda europea debe plantearse la reconstrucción fuera del euro?

Creo que la unión monetaria europea, si me pides mi valoración honesta, es un niño nacido bajo el espíritu del neoliberalismo de los años 90. Para eso fue diseñado. Para abrir los mercados liberales, para las privatizaciones, para la competición entre Estados para bajar la regulación. La corte europea de Justicia dictó, básicamente, una constitución económica. Los tratados han cambiado todo en esa misma dirección, etc. Si pones todos esos elementos juntos, tienes una prisión. No puedes organizar a tus sociedades en torno a bases neoliberales, eso lo sabemos ahora.

¿Qué puede hacer la izquierda en este momento? Tenemos que salir de la prisión. Liberarnos. Esto no es fácil, porque las prisiones tiene muros robustos. ¿Cómo consigues salir fuera? Creo que tiene que haber una alternativa entre el dinero europeo y el dinero de un país. Un espacio intermedio que se debe introducir en el sistema monetario, en las divisas. Los italianos han pensado muy seriamente en eso: en volver a acuñar la lira en conexión con el euro. Eso puede tener sentido, y de hecho recrearía algo que existió después de 1944, a partir del sistema de Bretton Woods. Estados Unidos quería una moneda supranacional atada al dólar, Keynes quería una moneda artificial, sintética, y entonces todas las monedas nacionales, ligadas a esa supermoneda en una relación flexible. Algo así, desde mi punto de vista, podría ser posible en el sistema europeo.

Hay que ver si los italianos tienen la fuerza suficiente para ir a Bruselas, o a Berlín, o a París y les dan dos opciones: “o toleras que introduzcamos de una segunda moneda nacional o nos vamos al fondo del hoyo y nos llevamos al euro con nosotros”. Es el equivalente a un suicida con un cinturón con explosivos, “si no me ayudas, psshhh…”. Entonces, alguien como Schauble te dirá “tú morirás”, y sí, pero tú morirás también.

Las clases altas y las clases medias-altas han prosperado mucho con el euro, se benefician del crecimiento de la desigualdad. Y también de la posibilidad de mover su dinero desde Italia a Suiza, o Alemania, o a Inglaterra. De coger un puñado de cash e ir a Berlín para comprar un piso. Para las clases altas del capitalismo, el euro es precioso. Y, muy a menudo, nuestros políticos pertenecen a esa clase, o tienen intereses similares, porque viven una vida cómoda. Así que el euro divide a las sociedades nacionales.

¿Cuánto tiempo tenemos para evitar ese choque del que hablábamos al comienzo de la entrevista?

Es una pregunta acertada en el sentido en que puedes hacer la misma pregunta en referencia al cambio climático. La respuesta es siempre: no puedo decirte cuánto tiempo hay, pero lo que te puedo decir es “empieza hoy, empieza hoy”. Debes empezar a hacer cosas hoy. Puede que ya sea demasiado tarde pero puede que no. Comenzar puede significar poner en marcha nuevas formas de producción.

El socialismo hoy es, de alguna manera, muy similar al anarcosindicalismo: comenzar desde abajo. En forma de cooperativas, organizaciones locales. Comenzar a desarrollar formas alternativas de propiedad, etc. La lección fundamental es que, si la gente no se ayuda a sí misma, nadie le va a ayudar. Y ayudarse a uno mismo significa hacerlo como una colectividad, como una comunidad. El capitalismo ha conseguido un efecto devastador, que es hacer que la gente espere algo o alguien que venga y haga algo por ella, que se invente una nueva forma de crédito, en lugar de empezar a desarrollar sus propias cooperativas de crédito, por ejemplo, para prestarse entre ellos.