El pasado miércoles de 17 de noviembre fallecía en Donostia Juan Mari Madariaga días antes de cumplir 73 años. Militante, intelectual, comunista y animal político profundamente interesado por el mundo que le rodeaba, deja tras de sí una prolija obra de traducción efectuada a lo largo de las últimas décadas y puesta a punto con una dedicación, una generosidad y una pasión admirables. Traductor histórico de la New Left Review hasta el día de hoy y de la colección «Cuestiones de antagonismo» (Ediciones Akal), durante los últimos años tradujo diversos títulos de «Prácticas constituyentes» y participó en otros proyectos de Traficantes de Sueños, habiendo concluido hace unos meses la ciclópea traducción de Marxismo negro (2021), de Cedric J. Robinson, ya con sus fuerzas mermadas, y previamente, en tiempo record, Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo (2014), de David Harvey, de modo que la edición española apareció antes que la inglesa, dada la celeridad con la que trabajó y la relación privilegiada con el autor que concluía el cierre de la edición original al tiempo que Juan Mari Madariaga terminaba su traducción. Poliglota avaricioso y pantagruélico, fascinado por la capacidad de comunicar de las lenguas, traducía indistintamente del alemán, el inglés, el italiano, el portugués y el francés y dominaba el euskera al que había accedido como euskaldunberri ya en edad adulta.
Trabajador incansable, traductor detallista y minucioso, e intelectual apasionado por los universos teóricos y el contexto histórico tanto de los autores que traducía, como de la época histórica y las condiciones epistemológicas en las que estos elaboraban sus trabajos o situaban su producción teórica, Juan Mari Madariaga concebía la traducción como una Gesamtwerk o, mejor, como una Gesamtkunstwerk, de modo que el traductor debía efectuar en su opinión una inmersión exhaustiva en el objeto de traducción, en el universo teórico del autor y en las condiciones socioestructurales en las que este elaboraba su producción intelectual de modo que este conocimiento íntimo del proceso de producción, del autor(a) y de su relación con las condiciones sociales, ideológicas, políticas y culturales en las que producía su trabajo intelectual quedase integrado en el propio resultado de la tarea de traducción. En idéntica línea de conducta, su pasión por la teoría marxista y la filología marxiana le hacía cuidar hasta el paroxismo los aparatos de citas, que presentaba a sus lectores y lectoras en las múltiples ediciones originales y traducidas, sobre todo de los clásicos del corpus marxiano, que anotaba con un esmero y una minuciosidad irrepetibles, para que estos tuvieran la oportunidad de contemplar las propuestas teóricas presentadas por los clásicos con todo el rigor posible, lo cual suponía una envergadura de trabajo realmente impresionante. Por otro lado, Juan Mari Madariaga concebía el trabajo de traducción como un trabajo político en toda regla dotado de una solida dimensión ética, hecho que definía el marco de la intervención militante que para él constituía la elaboración de los materiales que traducía, los cuales escogía de acuerdo con una pluralidad de criterios entre los que se incluían el rigor de su planteamiento teórico, el grado de elaboración de la crítica al orden establecido que presentaban, su impacto en los universos ideológicos de la coyuntura actual, así como el previsible impacto político de los materiales traducidos una vez puestos en circulación entre los sectores más politizados y entre el público en general interesado eventualmente en los mismos. Si un texto cumplía todas o la mayoría de estas condiciones, se sumergía en el trabajo con una furia, un placer y una intensidad político-intelectual tales, que el resto de consideraciones relativas al tiempo, al esfuerzo e incluso a la retribución por el trabajo realizado pasaban a un remoto segundo plano. Todos estos elementos formaban la trama y la urdimbre de su trabajo de traductor y de su ética militante político-intelectual y daban a su trabajo el sello inconfundible de la autenticidad, de la pasión intelectual y de la rabia política ante la descomunal injusticia de este mundo capitalista sobre el que pretendió que incidiera su trabajo y su vida intelectual y militante.
Entre su amplísimo trabajo como traductor, que demuestra de modo apabullante lo ahora mismo comentado, destacan las traducciones efectuadas por Juan Mari Madariaga de autores como Karl Marx y Friedrich Engels, (Manifiesto comunista, 2018, edición bilingüe); Giovanni Arrighi (Caos y orden en el sistema-mundo, 2001; Adam Smith en Pekín, 2007), Immanuel Wallerstein (Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos, 2004), Beverly Silver (Fuerzas de trabajo, 2001); David Harvey (Ciudades rebeldes, 2013; Guía de El capital de Marx. Libro primero y segundo, 2014 y 2016; Senderos del mundo, 2018; Marx, el capital y la locura de la razón económica, 2019; El enigma del capital y las crisis del capitalismo, 2020; Espacios del capitalismo global, 2021); Peter Gowan, (La apuesta por la globalización, 2000); Robert Brenner (La expansión económica y la burbuja bursátil, 2003; La economía de la turbulencia global, 2009); Fredric Jameson (Las antinomias del realismo, 2020); Perry Anderson (La palabra H, 2018); Virginia Tilley (Palestina/Israel: un país, un Estado, 2007); Slavoj Žižek (Porque no saben lo que hacen, 2017); Norman G. Finkelstein (Imagen y realidad del conflicto palestino-israelí, 2003); Robert Pollin (Los contornos del declive, 2005), Sven Leidman (Karl Marx, 2020) e Ilan Pappe (Los diez mitos de Israel, 2019), así como otros textos producidos por diversos autores y autoras ligados a la izquierda intelectual global. Para Juan Mari Madariaga la circulación de estos materiales era la condición necesaria e imprescindible, pero obviamente no suficiente, de una práctica política coherente dotada de la necesaria ambición intelectual y de la correspondiente inteligencia revolucionaria y tenacidad transformadora.
Fiel a su sentido de la responsabilidad y a la pasión que sentía por su trabajo, la muerte le sorprendió o la vida le acompañó hasta concluir hace unos días a toda prisa, porque ya sentía que le abandonaban las fuerzas, la traducción de su último artículo de la NLR 131, noviembre-diciembre de 2021, que escogió por su tratamiento de las relaciones existentes entre la clase, la raza y la casta en relación con la historia y la situación de la población afroamericana estadounidense, mientras trabajaba en la traducción del voluminoso libro de François Dosse, La saga des intellectuels français, I (Gallimard, 2018), que preparaba para Ediciones Akal.
Bilbao, 22 de noviembre de 2021.