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Pocas voces han logrado en el panorama actual una expresión tan radical de la deconstrucción poética como lo ha hecho Rodrigo García Marina. Estamos ante su obra más depurada y limpia hasta el momento. Quizá por ello la más sucia y filosóficamente cruel. Desear la casa es una profunda crítica a la ontología de la tradición heteropatriarcal y judeocristiana y a todos los valores que han sostenido la farsa de una democracia capitalista basada en su falaz «Estado del bienestar».