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Contra el sentido común dominante en el pensamiento político de su siglo, contra la tradición filosófica representada por los nombres de Suárez, de Altusio o de Hobbes y contra las tesis que presidían la discusión teórica holandesa de la época. Baruj Spinoza demostró a lo largo de su obra, al mismo tiempo monumental y profundamente unitaria, que el más natural de los regímenes políticos es la democracia y no la monarquía absoluta, que no es a los pueblos sino a los gobiernos a los que hay que temer cuando no son ellos los que temen y que nada hay más peligroso para la libertad, la seguridad y la paz de la república que la fundamentación teológica de la política. Esas ideas constituyen los pilares básicos de un pensamiento político atrevido y renovador sobre el que Marilena Chaui viene aquí, con estos ensayos, a echar una nueva luz. Lo hace con la erudición que caracteriza siempre sus intervenciones (entre las que se destaca su admirable A nervura do real. aparecido en Brasil en 1999) y en un estilo que, como observa en su prólogo Diego Tatián (él mismo responsable de valiosos aportes al estudio de Spinoza entre nosotros), une a la fuerza y al rigor de sus argumentaciones la evidencia eje un inmenso amor intelectual.