La crisis española es uno de los ejes del libro de Enmanuel Rodríguez Hipótesis Democrática. Quince tesis para la revolución anunciada (Traficantes de Sueños, Madrid; el libro está disponible en papel y, en descarga libre, en la web de la editorial) y el pasado miércoles fue presentado en Barcelona.
Con este nuevo ensayo, Rodríguez prosigue su diagnóstico de la crisis, dibuja evoluciones de la situación y, muy importante, no ofrece respuestas, ni dogmas. A través de la exposición de 15 tesis, el ensayo habla de una crisis sin solución, en tanto la crisis es la Unión Europea, una entidad no democrática y relacionada con los gestores del capitalismo financiero. El libro des-radicaliza el concepto revolución, en tanto esta situación de crisis financiera no permite ningún tipo de reformismo. Fija la instancia del conflicto: no es el Estado, esa cosa que ya no pinta mucho, sino la UE. Y explica en qué consiste esa revolución: en la ampliación del concepto democracia hacia la economía, el bienestar, los derechos, y en la reformulación del concepto de representatividad. Esa revolución se ha iniciado en el Sur, y el 15M —del que se realiza una cronología y un análisis rico—, es su casilla más avanzada.
Murcia como Cataluña
Miembro de la Fundación de los Comunes, del Observatorio Metropolitano de Madrid, y del grupo EnRed —un grupo a seguir; tal vez el que más y mejor ha intelectualizado en la península un proceso constituyente, que de alguna forma animará en breve—, Rodríguez pertenece a una jovencísima/treinteañísima generación de pensadores y activistas madrileños, potente, original y sin traducción barcelonesa. Se trata de universitarios formados en el conflicto, sin contacto con el poder o con partidos, en un Madrid en que, a diferencia de Barcelona, no es frecuente que la ciudadanía haga cadenas humanas para celebrar políticas gubernamentales.
Emmanuel Rodríguez cree que el Estado ya no es la instancia, pero si que es una ayudita frente a la UE; ¿un Estado catalán amortiguaría la violencia económica? “Cataluña ha pasado de ser una región europea industrial con mercado doméstico, a ser un país del Mediterráneo más, que ha competido por el turismo y la burbuja inmobiliaria. Murcia y Catalunya han jugado a lo mismo”. “Un Estado en Cataluña o Murcia aumentaría ventajas para una élite, en términos de competitividad, por ejemplo con una fiscalidad propia”.