Hay libros que alteran los sentidos y alientan el fanatismo. Hay lecturas desenfrenadas, perturbadoras, obsesivas. En estas páginas, Mariana Enriquez navega entre las agitadas mareas de la literatura, se detiene en islas ocultas repletas de personajes, escenas fantasmales, ruinas góticas, sensibilidades eróticas o suicidas. En este viaje también hay trabajo en la lectura, ansias de saber, largas horas de búsqueda. No faltan los secretos de lectora que camina por galerías mortuorias, ni los truculentos paisajes que pueblan los textos y se encarnan en la propia memoria. Archipiélago es la suma literaria de una formación intensa, entregada al magnetismo de las palabras, la mirada incisiva y los fetiches del cuerpo.
AUTOR/A
ENRIQUEZ, MARIANA
(Buenos Aires, 1973) es periodista, subeditora del suplemento Radar del diario Página/12 y docente. Ha escrito novelas, relatos de viajes, perfiles y colecciones de cuentos: en Anagrama han aparecido dos de ellas, Los peligros de fumar en la camayLas cosas que perdimos en el fuego, publicada en veinte países: «Goza de un merecido reconocimiento. La escritura posee cualidades como la condensación y una sugerente frialdad. Una prosa con peso específico» (Carlos Pardo, El País); «Tanto horror, además de fascinar como está obligado a hacerlo toda propuesta sólida y atractiva que tenga cabida en el género, se acaba revelando hecho de densidad política y analítica» (Nadal Suau, El Mundo); «Una mirada singular e inquietante. Una voz literaria auténtica que galvaniza a los lectores. Literatura llamada a perdurar» (Sergi Bellver, La Vanguardia); «Se apoya con inteligencia en los maestros para crear un mundo narrativo muy propio» (Edmundo Paz Soldán); «Excepcional» (Marta Sanz). Su obra ha recibido un aplauso unánime: «Toma un rasgo que reconocemos en Cortázar y lo exacerba: lo podrido y maléfico de la vida cotidiana, la rajadura por la que se filtra un fondo de irracionalidad donde chapotean cuerpos entregados a sus excreciones y palpitaciones» (Beatriz Sarlo); «Un prodigioso cruce entre la reescritura de ciertas tradiciones y esa lucidez atroz que llamamos mirada propia. Compartirla con los lectores es motivo de fiesta» (Andrés Neuman); «Tan auténtica y perspicaz que consigue evocar una realidad más vívida que la que nos rodea... Una escritora de primera clase» (Daniel Gumbiner, McSweeney?s).