Mechi es empleada del Centro de Gestión y Participación de Parque Chacabuco, y debe mantener y actualizar el archivo de chicos perdidos y desaparecidos en la ciudad de Buenos Aires. Un trabajo monótono al que, para peor, lleva adelante en una oficina ubicada debajo de la autopista, es decir, envuelta en un ruido incesante. Hasta que algo pasa: Vanadis, una chica desaparecida a los catorce años por la que, debido a su belleza y a su extraño nombre, Mechi se había interesado particularmente, un día aparece. Y será la primera de una lista de chicos que vuelven después de haber estado ausentes durante años. Pero hay un detalle: estos chicos reaparecen exactamente en las mismas condiciones -con la misma edad, la misma contextura física y hasta la misma ropa- en que se encontraban el día de su desaparición.
AUTOR/A
ENRIQUEZ, MARIANA
(Buenos Aires, 1973) es periodista, subeditora del suplemento Radar del diario Página/12 y docente. Ha escrito novelas, relatos de viajes, perfiles y colecciones de cuentos: en Anagrama han aparecido dos de ellas, Los peligros de fumar en la camayLas cosas que perdimos en el fuego, publicada en veinte países: «Goza de un merecido reconocimiento. La escritura posee cualidades como la condensación y una sugerente frialdad. Una prosa con peso específico» (Carlos Pardo, El País); «Tanto horror, además de fascinar como está obligado a hacerlo toda propuesta sólida y atractiva que tenga cabida en el género, se acaba revelando hecho de densidad política y analítica» (Nadal Suau, El Mundo); «Una mirada singular e inquietante. Una voz literaria auténtica que galvaniza a los lectores. Literatura llamada a perdurar» (Sergi Bellver, La Vanguardia); «Se apoya con inteligencia en los maestros para crear un mundo narrativo muy propio» (Edmundo Paz Soldán); «Excepcional» (Marta Sanz). Su obra ha recibido un aplauso unánime: «Toma un rasgo que reconocemos en Cortázar y lo exacerba: lo podrido y maléfico de la vida cotidiana, la rajadura por la que se filtra un fondo de irracionalidad donde chapotean cuerpos entregados a sus excreciones y palpitaciones» (Beatriz Sarlo); «Un prodigioso cruce entre la reescritura de ciertas tradiciones y esa lucidez atroz que llamamos mirada propia. Compartirla con los lectores es motivo de fiesta» (Andrés Neuman); «Tan auténtica y perspicaz que consigue evocar una realidad más vívida que la que nos rodea... Una escritora de primera clase» (Daniel Gumbiner, McSweeney?s).