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Arrugas de silencio tiene la sustancia agridulce de la temporalidad, de lo que se desarrolla y se desenvuelve con el tiempo mismo, tratado de un modo fascinante, en que el erotismo es un factor de vida y de necesidad. Estructurado en tres secciones, este poemario nos brinda la oportunidad de reflexionar acerca del comportamiento humano en la edad madura, llevando consigo el pasado como una sensación sublime de hallazgo inoportuno. De un modo subjetivo, nos envuelve con palabras cadenciosas, de versos polimétricos que emulan los movimientos del cuerpo, ofreciendo metáforas palpa ? bles de intensidad y fuerza que ponen de manifiesto la naturaleza incandescente de la sensualidad.