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Cuba necesita lo que el Partido Comunista ha anunciado con la nueva Constitución: un Estado Socialista de Derecho. Es lo que decidieron las cubanas y los cubanos durante el debate social sobre el proyecto del texto constitucional y en el referéndum para su aprobación. De la revolución a la evolución con la democratización del proyecto cubano de socialismo para que sean compatibles la defensa de la soberanía nacional, la justicia social y el derecho a la autodeterminación personal. Porque puede haber democracia sin socialismo pero no socialismo sin democracia. Pero es una canallada cualquier consideración sobre el futuro de Cuba que no tenga en cuenta el bloqueo imperialista impuesto por Estados Unidos como al mismo tiempo es una pésima solidaridad la que no incluya la necesidad de la democratización en el mantenimiento de la seguridad nacional para la defensa de la independencia y la autodeterminación. Esa democratización no consiste en asumir el modelo que Estados Unidos y la Unión Europea le quieren imponer a la isla sino en recuperar la democracia que prometió la revolución nacionalista basada en la soberanía nacional, la participación popular, la justicia social y la integración latinoamericana. Desde hace veinte años, lo mejor del pensamiento dentro del Partido Comunista de Cuba explica la necesidad de desbloquear el proceso de democratización que ha sido muy lento y tan contradictorio como sus avances y retrocesos. Pero a esa izquierda la han mantenido siempre en la periferia del sistema político, permitiendo solo un riego por goteo de sus propuestas en los sucesivos cambios de orientación a partir del desastre económico provocado por la desaparición de la Unión Soviética. La mayoría prefiere a su gobierno pero lo que fue la Revolución ya no sirve para justificar las torpezas y las arbitrariedades. Golpeados por el agobio económico condensado al combinarse la pandemia con el endurecimiento del bloqueo decidido por Trump y mantenido por Biden, las cubanas y los cubanos maldicen a los gringos pero también al autoritarismo, la burocracia, la corrupción y el desabastecimiento. Deseo que pronto se pueda decir en Cuba estamos mal pero vamos bien.
(*) Extracto del libro.