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Dos trayectos recoge bajo un mismo título los dos trabajos autobiográficos de Salim Barakat (El saltamontes de hierro y Toca, toca fuerte la trompeta hasta reventar), en los que el autor narra su infancia y adolescencia de niño curdo de la provincia de Jazira, al noreste de Siria. La vida descrita en estas páginas es cruda, violenta y sin paliativos: los juegos de la niñez, la amistad, el descubrimiento del sexo, los cambios políticos, las relaciones humanas?, todo ello se enmarca en un paisaje áspero y evocador. Los personajes y las situaciones adquieren la desmesura de la narración épica, pero el contrapunto de un humor exagerado revela el carácter grotesco de las relaciones sociales. Así, una pequeña aldea del Kurdistán sirio se convierte en el centro de un universo que no deja de sorprender al lector. La pasión de vivir, la crudeza y la profundidad de la mirada de Barakat, junto con un original dominio de la lengua y un ritmo trepidante, hacen de estas páginas una en la que el autor experimenta con la narrativa, no en términos de forma o estructura, sino de vocabulario, construcción de las frases, imágenes y voces narrativas.
Salim Barakat, de origen curdo, nació en 1951 en Qamishli, Siria. Indagador infatigable de su propia cultura curda, así como de la compleja mezcla de símbolos, narrativas y estilos de expresión representativos de otras culturas, como la árabe, asiria, armenia, circasiana y yazidí, se trasladó en 1970 a Damasco para estudiar literatura árabe y un año más tarde se estableció en Beirut, donde permaneció hasta la invasión israelí de Líbano en 1982. Ese año entró con pasaporte falso en Chipre, donde trabajó de editor asociado de la prestigiosa revista palestina Al-Karmel. Hasta entonces, había publicado cinco volúmenes de poesía, dos novelas, un diario y dos obras autobiográficas. Después de los Acuerdos de Oslo del año 1993, se trasladó a Suecia, había publicado su décimo libro de poesía y dos novelas más, y es allí donde reside en la actualidad. Su poesía contó desde sus comienzos con la admiración y el reconocimiento de autores como Adonis y Mahmud Darwish. Su universo simbólico narrativo y su imaginería fantástica le han llevado a ser calificado como el García Márquez de la literatura árabe.