Duerme sobre mi espinazo articula un eros poético revisando los usos del amor en nuestros días. Con esta obra Montserrat Fernández confía al lector su experiencia de encuentro y pérdida de un amante, buscando su complicidad a través de imágenes intensas y referencias a lo cotidiano que trascienden los ritos ordinarios y los convierten en símbolos de emociones profundas. A lo largo del poemario hallamos ecos de Alejandra Pizarnik, de los juegos de palabras de Cortázar y de la inquietud de Pedro Salinas, entre otros referentes que convierten al discurso en una rica reflexión estética de la poesía amorosa contemporánea, conformando con ello un juego de intertextualidad que sitúa a la obra dentro de la mejor tradición de la poesía amatoria en nuestra lengua.