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Antígona, la famosa insurgente del Edipo de Sófocles, ha sido durante mucho tiempo un icono feminista de rebeldía, pero la cuestión es si escapa de las formas de poder a las que se opone. Resulta ser una figura más ambivalente para el feminismo de lo que se ha reconocido, ya que la forma de rebeldía que ejemplifica la conduce a la muerte.
Butler sostiene que Antígona encarna una forma de representación feminista y sexual que está plagada de conflictos y muestra cómo las normas del parentesco normativo deciden injustamente lo que es o no una existencia aceptable.
Butler analiza las interpretaciones de filósofos como Hegel, Lacan e Irigaray, se pregunta cómo habría sido el psicoanálisis en su origen si en lugar de a Edipo hubiera recurrido a Antígona y relaciona las hazañas de esta con las reivindicaciones de aquellos cuyas relaciones de parentesco no son consideradas apropiadas, humanas. Mostrando cómo una cultura heterosexual normativa obstruye nuestra libertad sexual y política.