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Cuidar requiere de un entrenamiento prolongado en un tipo de atención interpersonal donde "estamos para el otro", parafraseando a Hélène Cixous. Se trata de una actividad y un tipo de atención que está en el núcleo de la socialización femenina en nuestras sociedades, forma parte del mandato de la feminidad. Pero identificar los cuidados con el mero "estar para el otro" conduce a equívocos y borra su dimensión histórica y política, borra las múltiples capas materiales y simbólicas de su devaluación, borra la violencia a la que los cuidados están sometidos en su actual organización social. Los cuidados, en su individualización y su desvalorización, sostienen el mundo pero ahogan la vida de las mujeres. Esto quiere decir que son opresión y potencia, sin que un término contrarreste o contradiga el otro. Desde esta ambivalencia ¿cómo seguir ensayando y disputando otras organizaciones sociales de los cuidados? ¿Es posible una revuelta radical que parta de la potencia de los cuidados a la vez que combate sus aspectos más opresivos? Se activa aquí una imagen de la atención que no es entrega incondicional, sino toma de partido y producción de otros modos de estar juntxs.
"En una época donde la pandemia ha posibilitado la expansión de las relaciones capitalistas a múltiples terrenos de vida, guerra abierta del capital en pro de la concentración y privatización de los recursos fundamentales para garantizar la vida, frente a este sistema de despojo, literalmente una maquinaria de muerte, es que sentimos prioritario seguir preguntándonos ¿cómo nos organizamos, cómo le hacemos, compañeras?", Alcira Padín.
"Estamos para nosotras señala una interrupción de la atención feminizada, esa que impone por mandato estar-para-los-demás aún a costa de una misma, del propio caudal vital. Más que una interrupción, una desviación, un corte parcial: no estamos para quienes nos matan, nos abusan, nos violentan, nos explotan. No estamos para ab-negarnos, negar nuestro propio estar en el mundo en aras de un marianismo que nos santifica como madres y esposas (o nos escupe como putas). Y eso no significa que no estemos, que caigamos en el yo-en armas de la subjetividad masculina patriarcal, que nos entreguemos al proyecto neoloberal de la emprendedora de sí que solo está para si misma y su propio narcisismo de selfie. No. Estamos para nosotras habla de un común para el que sí estamos: el que nos quiere vivas y desendeudadas", Marta Malo La Laboratoria.