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Esta edición en castellano proporciona la ocasión para abordar algunos puntos verdaderamente neurálgicos de la experiencia de la cura y del pase.
Aún se cuentan con los dedos de una sola mano las asociaciones que se comprometen a una verdadera práctica de la experiencia del pase. La intención originaria de Lacan era implementar un procedimiento que pudiera enseñarnos algo sobre el final de un análisis y el pasaje de analizante a analista.
En 1978, Lacan declara que el psicoanálisis es «intransmisible» y que, en consecuencia, cada analista debe «reinventarlo». ¿Quién no percibe entonces que esa reinvención permanente del psicoanálisis descansa sobre la existencia de analistas? Vale decir, descansa en su producción, y el pase es un elemento que prueba esta producción, aunque no sea el único.
El pase es una respuesta a la instransmibilidad del psicoanálisis porque permite la producción de analistas capaces de reinventar el psicoanálisis cada vez, de mil y una maneras diversas (tantas y tan diversas maneras como las razones de cada uno para hacer esa elección loca de convertirse en analista). Es preciso entonces considerar al pase como el soporte de un cuestionamiento sin el cual el psicoanálisis correría el riesgo de volver a ser la insignia del gran Dios PSI, y estar al servicio de la guerra entre el Bien y el Mal, volverse la hija menor ?bien educada (o civilizada)? de las iglesias, de las mezquitas y de los templos de la religión y las finanzas.
P. Bruno (fragmentos de su nota para esta edición)